Cuatro de septiembre de 2021, segundo y último día de este primer festival flamenco “Mecedora de Olivo” en Castro del Río, Córdoba. Pasadas las nueve de la noche comenzó el acto, presentado por Julio Porcel, en el Patio de Armas del Castillo, ya levantándose algo de fresco tras un día de calor intenso.

En la primera fila acompañado de su esposa veo a don Antonio Fernández Díaz “Fosforito”, en cuyo honor se celebra este festival. Y no es para menos ya que, aparte de los innumerables premios y reconocimientos a lo largo de su carrera artística tales como la V Llave de Oro del Cante, fue el cantaor quien inauguró la Peña Castreña en septiembre del 56. No ha llovido ni ná.

Tras subir al escenario el maestro recibió un largo y caluroso aplauso del público puesto en pie, que enseguida agradeció con gran humildad: “Gracias por haberse acordado de este viejo cantaor. Quiero dejarles mi corazón y mi profundo agradecimiento”. Aunque sin pretender hacerlo, nos dio también una gran lección de cante: “Hay mucha gente que canta bien, pero no sólo hay que cantar correctamente. A estas alturas de mi vida no me conformo con que se cante bonito o correctamente sino mirarse dentro y dejar que hablen las entrañas. […] El cante está en nuestra sangre, el cante es un arte caliente que nos afecta a todos en mayor o menor medida. Nos emociona. Nos engancha. Así estoy yo, que después de tantos años dejándome el corazón a cachitos por la rosa de los vientos del artisteo flamenco aún sigo enganchado como el primer día porque es un asunto en la esencia del corazón. Está en mi sangre, y como forma parte de mi sangre, sin él, estoy seguro de que no podría vivir”.

Quiso, además, la Peña Flamenca Castreña homenajearle regalándole una mecedora de olivo, artesanía típica del pueblo. Y Fosforito, ilusionado, se sentó y se balanceó en ella sonriente como un niño que juega a mecerse en un columpio.

Y tras este precioso preámbulo, comenzaron los artistas con mucha inspiración.

Anamarga, bailaora de Castro del Río, bailó acompañada de su elenco por tarantos y romance por bulerías. Muy flamenca su estampa, con unos cambrés y una colocación de brazos preciosos, además del manejo extraordinario del mantón a pesar del viento que hacía.

Rancapino Chico, tras dedicar todo su recital al maestro, abrió por soleá apolá con mucho temple y pellizco. Tientos, tangos y bulerías con un soniquetazo y cada vez con más peso. ¡Ole Alonso! Y ole por el acompañamiento tan flamenco de Antonio Higuero y el compás de Edu Gómez y Alejandro Rodríguez.

José Antonio Nieto, de Lucena, estuvo acompañado a la guitarra por Pepe Roldán, guitarrista oficial de la Peña. Ambos, demostraron ser grandes aficionados: Nieto por la elección de los cantes y Roldán por su forma de acompañar. Dedicó un cante por seguiriyas al maestro Fosforito, siguió por Levante, tientos-tangos y fandangos. Sin embargo, fue cuando cantó por fandangos de Lucena cuando el público se rindió ante él.

Antonio Reyes se templó por soleá, luego por alegrías incluyendo una letra por Córdoba que el público jaleó con mayor intensidad. Pero donde verdaderamente se lució fue, en mi opinión, por seguiriyas. Aunque no fue solo cuestión de cante sino también de toque porque Diego Amaya estuvo sublime. Así se lo demostró el público con aplausos continuos a sus falsetas y remates. Y por supuesto, qué arte con el compás y jaleos por los palmeros Tate Núñez y Manuel Vinaza que con sus palmas y jaleos dieron sabor a los cantes de Reyes.

Salimos todos del castillo borrachos de cante y con la emoción de haber visto al maestro disfrutar y a estos grandes artistas dar lo mejor de sí mismos.

Gracias Castro.

Fotos cedidas por Toni Blanco.