Con la carga emocional que suponía para él, lleno de recuerdos, subió el viernes José Canela a las tablas de la García Lorca. Dedicando su actuación a su padre, comenzaba cantando por Alegrías.
Canela hijo prometió dar su corazón y lo hizo. La noche estuvo cubierta de un halo de nostalgia, cariño, tristeza e ilusión en el que el protagonista fue el Cante, así, con mayúsculas, pues todos estos sentires juntos provocaron que José estuviera inmenso. Especial en las Malagueñas que fueron rematadas por Fandangos.
Desde la primera fila escucharle por Soleá, en la que se acordó de Mairena, del Torta, y sentir tan de cerca el Toque de Antonio Higuero, es de un lujo que solo unos pocos nos llevamos dentro. Higuero tiene el respeto y admiración de todo aficionado al flamenco y es sin duda uno de los más valorados «tocaores» del momento.
Con Tientos por Pastora, y Tangos llegaba el descanso que fue interrumpido por Seguiriyas. También hubo Bulería por Soleá y fue en el final por Bulerías, acompañadas por el compás fundamental de Fernando y Alejandro Canela, rematadas con letrillas dedicadas a los fandangos del Tío Antonio «El Rubio», cuando terminaron de meterse al público en el bolsillo.
Un público que vivió la emoción de José como suya, que estuvo en silencio, apenas susurrando olés, para no desviar la atención de lo importante. Con la intimidad que da la sala de la Fundación Casa Patas, los aficionados que allí acudimos, incluidos paisanos del cantaor, y el recuerdo del Canela presente en todo momento, acabó una noche de sentimiento en cada décima de segundo. Una noche a flor de piel, piel Canela, por supuesto!
Fotos y Vídeo de Sara G. Photography.



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